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No es lo mismo, la responsabilidad que produce trabajar para un estreno (aunque sea remoto) aumenta. De todos modos el clima fue muy bueno. Un técnico importante dijo en un reportaje periodístico (algunos años después), que había aprendido cine conmigo (*), y un actor; que venir a filmar en Gente en Buenos Aires, o en Ese Loco Amor Loco, era tan placentero como ir al café a encontrarse con amigos. Supongo que era porque había un clima amistoso y de colaboración. Al mismo tiempo se trabajaba con seriedad. Creo que yo no podría trabajar de otra manera.
- Cómo le fue en el montaje?
Hubo algunos contratiempos. Vicente el compaginador era una excelente persona, muy ortodoxo en la técnica, y quería evitar que yo cometiera, según él, graves errores. No podía comprender para qué quería esos fragmentos de film, recortes en realidad, y al principio abiertamente, luego con disimulo, los arrojaba al canasto. Desde donde yo los extraía y guardaba hasta el momento en que le decía: ubíquelo acá. Supongo que se le pondrían los pelos de punta. Pero su buen carácter se puso de manifiesto. Me enfrentó : mire Eva, dígame una película actual en la que pueda ver flashes tan cortos. Voy a verla. Revisé la cartelera de los diarios y encontré Cabaret, que en ocasiones utiliza ese recurso. Se fue al cine con la señora y al día siguiente me dijo contento, que había comprendido. Cierto, quedaban aún el fundido a blanco, y el corte de la música. – Esto no es mi fuerte, me dijo. Yo había hecho un curso con el profesor Bolaños en el Instituto Di Tella y no hubo problemas. El Director musical Roberto Camaleón Rodriguez, que hizo toda la música de fondo, y me gustó mucho, tenía que irse para hacer música en un crucero. De modo que le aseguré que podía arreglarme sola y así fue.