Había tanto trabajo que hacer, tantos problemas que resolver, Que no le di ninguna trascendencia al momento. O no me di cuenta.
Tuve algunas sorpresas que me dejaron perpleja. No sé por qué sucedió así, pero nadie, ni los ayudantes ni los actores, sabían durante la filmación, de qué trataba la película. Había un muchacho y una chica, sí, pero. Tal vez yo no era suficientemente locuaz. Todos tenían el guión, pero reconozco que era muy técnico, nada literario. A mí me resultaba muy útil, como un cañamazo. Los actores, gracias a los ensayos, se conocían muy bien como personajes y el ambiente en el que se movian, pero sé, por una infidencia de un amigo, que todos, sobre todo los técnicos comentaban tristemente que no entendían nada. Sin embargo colaboraban y se solidarizaron conmigo.
A pesar de…. Por supuesto Ramón, Irene, Emilio y Oscar lo conocían, y alguna vez agregué alguna toma por sugerencia de ellos. Yo trabajaba muy bien de esa manera y nadie protestaba. Después me contaron, corroborado en una entrevista, que Fellini solía trabajar así, pero por otras e importantes razones. Si me preguntaran, y nadie lo hizo, no sabría qué decir. Cierto, en el trasfondo, estaba la situación política y el tener que ocultar cosas, pensamientos, significados se había vuelto un hábito. Lo hice, estaba tan oculta la intención o lo que fuere, que uno de los ayudantes me pidió que lo liberara del contrato por otro trabajo que le interesaba. Lo hice con mucho gusto. Como filmábamos en escenarios naturales, más de una vez para que su número no molestara la filmación, los hacíamos ir al bar más cercano a tomar algo, por nuestra cuenta. Unos años después nos encontramos con ese ayudante en un café, se acercó a saludarnos y nos dijo que había deseado cambiar de trabajo porque quería participar en una película que dijera algo. “Miren donde estaba y no me dí cuenta” El nuevo trabajo había resultado un fiasco.
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